En charla con Nair Anaya Ferreira

Sin haber sido una decisión consciente, el tema mismo de mi tesis doctoral «La imagen de América Latina en la literatura inglesa» me fue llevando al ámbito de la Literatura Comparada. Además de hacer el acopio de obras fuente (que resultaron más de trescientas), fue indispensable recurrir a una temática recurrente de la Literatura Comparada, sobre todo en la década de los ochenta: la imagología. A partir de ahí, además, la tesis tomó un cauce comparatista, pues fue necesario inquirir acerca de temas de historia, filosofía y psicología y establecer un marco para el análisis de obras literarias de diferentes géneros (sobre todo novelas, novelas de aventura y una que otra obra dramática o poema largo).
En la elaboración de la tesis dos pensadores resultaron centrales para mi enfoque, Raymond Williams, importante teórico y crítico marxista de la literatura, y Edward Said, cuyo Orientalismo tenía pocos años de haber sido publicado. Obviamente, la tesis se fue inscribiendo en un ámbito comparatista.
Ya en México, y a raíz de mi interés por los estudios y las literaturas poscoloniales, el aspecto comparatista ha estado presente tanto en la docencia como en la investigación. Creo que no sería una exageración decir que dos aspectos cruciales de la literatura y la teoría poscolonial son la intertextualidad y el cuestionamiento de las representaciones del otro, además de la reflexión acerca de disciplinas como la filosofía, la historia, la religión (o sea, la cultura en general) desde diferentes perspectivas teóricas.
En mi opinión, la apertura de los estudios literarios a enfoques cada vez más teóricos en las últimas décadas debería hacer que el estudio académico de la literatura se insertara en el ámbito de lo comparatista. SIn embargo, la experiencia nos dice que no siempre es así.
Para el Posgrado en Letras, la visión interdisciplinaria y teórica que ofrece la Literatura Comparada es fundamental para que los egresados tengan una formación sólida como críticos académicos, que rebasen el aspecto lírico y descriptivo que muchas veces subyace el análisis literario. Aunque esto no es exclusivo de la Literatura Comparada, sí es una realidad que no todos los tutores tienen este enfoque. Es decir, creo que continúa existiendo el debate sobre la pertinencia o no de la teoría (dura) dentro del análisis literario.
No sé si algunas de las reflexiones que hacemos sobre la Literatura Comparada desde México puedan insertarse en los debates que existen en la academia internacional. Si consideramos que en Estados Unidos están cerrando muchos departamentos de este campo y que se propone la institución de algo denominado «World Literature» (en inglés), ¿dónde nos ubicamos nosotros? Quizá en el área de las Letras Modernas o del interés por otras literaturas (por parte de estudiosos serios, académicos o no), desde México siempre se ha tenido una actitud comparatista. No lo sé de cierto.